La “segunda” vida del maestro Eduardo Rivero

El objetivo del material es acercarse al quehacer danzario de Eduardo Rivero Walker en lo que podríamos calificar como la segunda vida artística del maestro en Santiago de Cuba, la capital del Caribe.

En 1988 Rivero toma las riendas de la compañía Teatro de la Danza del Caribe (TDC) en la cual despliega todos sus conocimientos adquiridos durante años bajo la guía de su mentor Ramiro Guerra.

En la compañía concreta lo que se conocerá más tarde como la técnica “riveriana” de la danza en Cuba.

Dentro de TDC, Eduardo Rivero remonta sus grandes clásicos que fueron éxitos mundiales en la compañía Danza Nacional de Cuba.

Entre ellos: “Okantomí”, “Súlkary” y “Dúo a Lam”.

Otras obras nacieron en esta agrupación, tales como: “Lambarena”, “Elogio de la Danza”, “Destellos”, “Erótika”, “Balada de los dos abuelos”, “Tributo” y “Trío”.

Yamilia Preval, Darwin Matute, Bárbara Ramos, Arturo Castillo, Miguel Ángel González, Reinaldo Hernández, Zulia Kig, Abeldo González, Marieta Mesa, y muchos más, integran una pléyade de importantes bailarines formados bajo la férrea disciplina riveriana.

Eduardo Rivero, el santiaguero examina aquellos años en los que el habanero nacido en 1936 se convirtió en todo un icono de la danza moderna y embajador por excelencia de la cultura cubana en el Caribe.

Fue decisivo el papel que desempeñó en el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre la República de Belice y Cuba.

En casi todas las grandes islas, el maestro sentó cátedra con su técnica tal y como sucedió en las compañías de danza de Belice, Jamaica, Barbados, San Vicente…

No podemos olvidar la creación de la Compañía de Danza Moderna “Okantomí” en Barcelona, España, fundada por el propio Rivero y la maestra Milagros Desdunes.

Memorables fueron también sus “clínicas” en la Universidad Palucca de Danza, Dresden, Alemania.

Para perpetuar su legado la filial de la Universidad de las Artes en Santiago de Cuba (ISA) creó la “Cátedra Honorífica Eduardo Rivero Walker”.

En ella, investigadores de la danza y otras personalidades vinculadas a esta manifestación escénica ahondan en la vida y la obra del Premio Nacional de Danza 2001.

Los casi 50 minutos del documental Eduardo Rivero, el santiaguero tratan de sintetizar una segunda y fructífera vida de un hombre tan amado como respetado en su Santiago de Cuba y el Caribe.