La mujer negra y el color que debe marcar a Cuba

Por: Fidel Alejandro Manzanares Fernández para AfroKuba.

Hay voces que han querido ser escuchadas, y llevan tiempo silenciadas. Estereotipos que llevan a la violencia, y discriminación. Todo legitimado por entes de poder social. Les han callado, por siglos.

En el caso de la mujer más cercana a las raíces africanas, pasa una especie de fenómeno semejante. Es por ello que “La representación social de la mujer negra. Su identidad y cultura en la ciudad de Santa Clara”, de Gloria Piedra, y un colectivo de autores, hace hoy un análisis de semejante panorámica.

La académica, quien naciera en 1963 en el municipio de Placetas de la antigua provincia de Las Villas, hace una pausa en la composición etnográfica de esa región del país “donde se asentaron varios descendientes de negros caribeños que vinieron a trabajar en  la  zafra azucarera, sin embargo hoy solo en Santa Clara los estudios muestran la presencia de un total de 13 mil personas negras o mestizas, para un discreto 5.1 por ciento del total de la población”.

Pero la panorámica no es endémica de la capital de Villa Clara, la propia investigadora dice que las cifras más altas de pobladores negros se encuentra en la costera localidad de Sagua la Grande, con un 9.1 por ciento. Muestra fehaciente de la emigración.

El Coloquio Nicolás Guillén que se celebra en esta ciudad de Camagüey, Patrimonio de la Humanidad sirvió no solo para que expusiera su estudio sino además para acercarse a AfroKuba y conversar sobre realidades y perspectivas de la mujer negra en Cuba.

“He sido profesora de la Facultad de Ciencias Sociales por más de tres lustros en la Universidad Central de Las Villas.

“Puedo decir que los estudios sobre la mujer cubana siempre han sido potenciados por la Academia en las últimas cinco décadas. Estos  reflejan los diferentes procesos sociales, ya sean las luchas independentistas, o aquellos vinculados a grupos feministas, o su papel en  instituciones académicas. Sin embargo, siempre están  vacíos que no han podido ser cubiertos, y es ahí donde se insertan las tesis sobre la mujer negra; como aquellas sobre la mujer campesina, o la mujer en vínculos determinados laborales no asiduos”.

La especialista añade que a pesar de que ha habido investigaciones, por ejemplo, sobre el papel de la mujer negra en la literatura, “no hay suficiente sobre cómo esa personalidad de la mujer negra ha incidido en las relaciones sociales dentro de un sistema determinado, y es hacia ahí que reflexiono”.

¿Cuánta importancia le ve a este tipo de tesis sociológicas en la Cuba actual?

“Siempre estos estudios son claves pues te permiten reconocer a un grupo de mujeres que han sido invisibilizadas en el campo de la academia no solo en el orden histórico. Conocemos a María Grajales o María Dámaso (1890-1940) tal vez más en la región central, pero hay otras dentro de la cultura cubana que no ha sido vistas en su verdadera dimensión desde los ámbito de la educación o la cultura. Y hay figuras descollantes como Omara Portuondo, pero hay otras que  son necesarias dignificar.

“Hay mucha tarea por hacer en este tema. Podemos poner el ejemplo de la discóvola Denia Caballero, a quienes muchos villaclareños no saben que es de su propia  tierra. Es una recordista de atletismo, medallista mundial nuestra y ni siquiera la reconocen como viaclareña, como una figura que puede ser descollante en el propio marco geográfico”.

Y yo percibo además que hay una forma de verse un tanto discriminatoria.  Podemos poner el ejemplo de cuánta visibilidad tiene la mujer negra en el campo político como Inés María Chapman, viceprimera ministra del Consejo de Estado, o Yisel Filiu , periodista de la  Televisión Nacional.

“Eso obedece en cierta medidas a rezagos y  causalidades que prevalecen para que haya elementos discriminatorios. Están los rezagos  prejuiciados porque están intrínsecos en la sociedad cubana. Y no solo en la población blanca, es la conciencia social en que nos manejamos y relacionamos, en la cual construimos un ideal de persona. Nos fijamos a partir del color de la piel y estereotipos de ese orden. En pleno siglo XXI un eurocentrismo  que no nos permite ver a la persona por lo que es, y su profesión, o incluso valores humanos.

“Hay muchos elementos que están estereotipados, y influye en la forma de percibir la realidad .

“Es un proceso largo, me refiero a la  manera de actuar para combatirlos. Aunque la política en general del  país ha ido por esa vertiente hasta llegar hoy día a un Programa Nacional de Lucha contra el Racismo y otro por el empoderamiento de la mujer. En tanto desde la ciencia estos son pequeños esfuerzos.

“Pero la clave está en verter estos programas hacia el interior de las comunidades, hacia la población que es la que demanda de este cambio de conciencia, pues  prevalece está visión eurocéntrica que es la que tenemos preconcebida y te dice cómo actuar, cómo puedo encajar yo como mujer negra con mi manera de ser para ser aceptada”.

Entonces ¿qué ha descubierto con los estudios y cuánto han influido en su propia percepción de este tema?

“Las teorías feministas y la propia academia, y los estudios son los que me han dicho que no debo cambiar. O  sea, la mujer negra es por esencia así, y todo su actuar y pensar forma parte de su personalidad, su quehacer. Nos relacionamos con cualquier individuo a partir de estas propias características”.

En su estudio presentado en el Coloquio de “La representación social de la mujer negra. Su identidad y cultura en la ciudad de Santa Clara”, Piedra hace énfasis en cómo la evolución tardía de la propia esclavitud ha influenciado la preponderancia de la mirada occidental en la sociedad.

Investigaciones sobre teorías feministas que fortalecen la visión emancipadora sobre la mujer negra, en especial en América Latina, así como la representación de las mismas en Cuba en las diferentes etapas sociohistóricas, colman sus sólidos argumentos.

“Particularmente en los tres últimos siglos se ha visto a la mujer negra como factor económico de reproducción mercantil, como un objeto social que responde al interés de  la clase dominante, y su supuesta incapacidad para integrarse socioculturalmente.

“Ello la ha llevado a negarse a ella misma, a la práctica de religiones afrocubanas e incluso a repetir los patrones de la cultura blanca promulgados además por esas relaciones sociales típicas del sistema capitalista y que segregan a los grupos en gran medida”.

Piedra luce con orgullo el color de su piel que le ha llevado a ser la  Gloria en sí misma. Sus ancestros forman parte de un todo en el que incluye a cada uno de los presentes en el salón donde se debate el Coloquio Nicolás Guillén; el mismo poeta de La Muralla, quien pidiera traer todas las manos: “los negros, sus manos negras, los blancos, sus blancas manos”.

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