Haití, Guillén y los lazos eternos entre naciones hermanas del Caribe

Por Fidel Alejandro Manzanares Fernández

Un  Haití olvidado llega  otra de vez a las “costas” de esta ciudad mediterránea a través del Coloquio Nicolás Guillén (1902-1989), que organiza la Fundación homónima en homenaje al poeta nacional.

El Centro de Convenciones Santa Cecilia, ubicado en la Plaza de los Trabajadores, unos de los espacios patrimoniales por excelencia de esta urbe acoge hasta el día 10 de julio este evento donde lo más profundo de las raíces africanas y caribeñas se sienten a flor de piel.

Y fue precisamente en la conferencia inaugural “La Isla cercana y desconocida. Presencia de Haití en la obra de Nicolás Guillén”, dónde el público pudo apreciar el extenso conocimiento sobre el tema de Margarita Mateo Palmer, profesora de Cultura y Literatura Latinoamericana en el Instituto Superior de Arte de La Habana. Mujer nacida en la capital de Cuba en 1950.

“Es un pueblo, el de Haití, con un talento increíble que ya José Martí advertía en su diario de campaña a su paso por esa nación, en la segunda mitad del siglo XIX.

“El Apóstol aseguraba que podían ser tal vez analfabetos o que no supieran escribir, sin embargo contaban con una solidaridad, con un amor al visitante, un respeto a todo el que llega”, así refiere la académica tras una primera mirada a las tierras más cercanas al sureste de Cuba.

Palabras de Nicolás Hernandez Guillen en la inauguración

La ponente  hizo todo un bosquejo de cómo ha satanizado el arte, los medios y la literatura dominante cada uno de los fenómenos culturales procedentes de una tierra que divide en dos la antiguamente conocida como isla de La Española, y  que tienen en el costado más occidental a la República Dominicana.

“Está también la pintura haitiana. Estamos hablando de un pueblo de un enorme talento que ha sido obviado y desestimado de  forma injusta”, sentenció en entrevista exclusiva con AfroKuba.

Hoy cuando los procesos de discriminación reflejan a un Haití en el caos, la propia Palmer no titubea en señalar que “fue este el primer país emancipado de América continental ,algo que se dice poco.

“Se cree que Estados Unidos fue  el primer país libre de América, pero no le dieron la libertad a los esclavos, tuvo que venir esa Revolución haitiana en 1790 para ser la primera que abriera ese  camino.

“Eso no se reconoce. Luego Francia lo sometió a un bloqueo feroz, una deuda extrema. Hicieron todo para asfixiar al país y hasta la actualidad pasa, y mucho más. A día de hoy en lo imaginario  moderno se ven como salvajes por la propia cultura occidental”.

Conferencia de Margarita Mateo Palmer

¿Cuánto influencia tiene hoy esa perspectiva y narrativa de la industria cultural que legitima gran parte de los criterios sobre ese país, especialmente en Cuba?

“En Cuba se ha publicado mucho de literatura haitiana, se ha tratado de recuperar y enaltecer la cultura, la música que trajeron los emigrantes especialmente a inicios del siglo pasado , especialmente en Camagüey, pero en este mundo actual de las redes sociales, películas y videojuegos se ha robado y tergiversado mucha identidad.

“Tenemos por ejemplo el mito del zombi. Se han apropiado, y no tiene nada que ver con la realidad y lo que plantea el vudú de los esclavos haitianos. Y se ve en cada detalle de esta industria. Y es este  uno de los grandes mitos haitianos tergiversados. Incluso los historiadores hablan de diferentes etapas que han desfigurado por completo a conveniencia de quien escriba”.

Precisamente entre los clásicos de la literatura que engendró semejantes criterios la estudiosa señala a “La Isla Mágica”, de William Seabrook, publicado en editorial de Nueva York en 1929.

“Ves todo un pueblo de hambre, sin valor cultural alguno al que los blancos debían temer. Y así está en cada ilustración, en cada historia. Contra esta visión y panorámica luchó y la desenmascaró Guillén en toda su obra”, reflexiona la entrevistada.

En su artículo “El Haití de Jacques Roumain en la obra de Nicolás Guillén”, el estudioso Xosé Lois García, apunta sobre como el autor de Sóngoro Cosongo (1931) “nos lleva a los albores de otra de las luchas que Haití ha proclamado en las décadas del 20 al 40 del siglo XX, teniendo como referencia de esas luchas al gran intelectual y escritor, Jacques Roumain (1907-1944)”.

Conferencia de Margarita Mateo Palmer

El intelectual asegura algo que fue recurrente en la mayor parte de las obras y artículos del Poeta nacional de Cuba que “ trató de no ignorar al pueblo hermano de Haití dado que buena parte de la historia de Cuba, en la lucha por sus libertades, emergió en la geografía haitiana”, según el propio Lois García.

“La crónica de Nicolás Guillén, muestra de su profunda admiración al pueblo haitiano, original creación artística, tiende una mano, a la que Cuba se ha sumado en muchas ocasiones en las últimas décadas.

 “Un abrazo a esa isla cercana y distanciada  terriblemente,  a la que las grandes potencias han esclesclavizado”, a juicio de la académica Palmer.

Un llamado que expresa también otra generación de la que pertenecen los más jóvenes como el poeta Élite Tellote, nacido en 1976, y “quien al conmemorarse los 200 años de la independencia haitiana escribió el poema Una Bandera que Llora.

“¡Oh mi bandera!

 Tus hijos parten y te abandonan.

Se van a otros lugares buscando vida.

El pueblo que ha hecho tanto por sobrevivir está tan solo(…)

Pero el mundo entero ha cerrado los ojos ante tu infortunio”.

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